Como sabemos, el yoga comprende enseñanzas que van desde el cuerpo, la mente y el corazón. Consiste en una tradición de estudio dirigida a guiarnos en nuestra práctica sobre el Yogamat como también en nuestra vida. En un sentido amplio, Yoga es el estudio de uno mismo.
Si tomamos como base los Yoga Sutras de Patanjali podemos observar que un Yama (las bases éticas) o Niyama (reglas/recomendaciones) se apoyan mutuamente. Y Svâdhyâya, literalmente “estudio de sí” es el cuarto de esta serie de pautas para el Yogui. Por ejemplo, el solo hecho de estar atentos a seguir la primera pauta del “Ahimsa” (la no violencia) implica autoestudiarse minuciosamente.
Svâdhyâya es un concepto fundamental que a todo practicante le conviene integrar, tiene dos acepciones fundamentales.
Una, cuyo significado esencial ha sido siempre el de memorizar y recitar las escrituras sagradas. Originalmente, las enseñanzas eran transmitidas de forma oral de Gurú a discípulo. De ahí, la importancia de desarrollar el dominio de la memoria.
Hablamos del estudio de textos como los Vedas, Upanishads, Bhagavad Gita y los Yoga Sutras. La lectura y el estudio de estos textos nos ayudan a comprender el camino espiritual. Este estudio no es para acumular datos, hay que entender lo que se está estudiando, por eso se necesita un maestro. Ese proceso de entendimiento y asimilación toma tiempo para llevarlo a la vida diaria. Aquí está más presente la mente y la memoria. En la elaboración cognitiva es donde la mente encuentra un soporte seguro donde abrirse con más facilidad a lo sutil.
La otra acepción es más profunda. Significa el estudio y conocimiento del YO. Es “SOY mi propia lectura”. Es un concepto vinculado al corazón, a lo vivencial, a lo humano y vulnerable. Un yogui asume la responsabilidad de establecerse en la práctica para enfocarse en las enseñanzas que transforman su mente y su corazón. Enlazar la enseñanza de estos textos con la propia experiencia, con lo que nos ocurre a diario, nuestro modo de habitar la vida y vincularnos con los demás. Así, las enseñanzas cobran vida y se vuelven beneficiosas. La auto-observación existe dentro y fuera del Yogamat, durante la práctica y en todo momento de nuestra vida.
Sin embargo, esto no es tan fácil como sentarse a meditar. Svâdhyâya es la toma de conciencia de la existencia de uno mismo. Y ese “uno mismo” puede ser un puente o un obstáculo. La realidad y como me defino están filtrados por nuestras creencias, introyecciones, miedos, deseos e ilusiones. Darse cuenta de que esta primera manera de ver-ME está condicionada, es el principio de la honestidad de VER. Nuestro carácter tiene muchas capas, conscientes e inconscientes, que nos ha llevado a la supervivencia y que están muy arraigadas, ya que son las corazas que nos protegen del dolor y de las primeras carencias de nuestra vida. Esta auto-observación es delicada, ya que el Ego se protege; por eso el vínculo con el Gurú o con el maestro eran importantes, ya que desde aquí, la confrontación amorosa y el acompañamiento del guía vuelven evidente lo que para el yogui no es fácil de ver.
Hoy día, en occidente, y ante la falta de ese vínculo tradicional directo, esta necesidad de revisión de las propias sombras o puntos ciegos puede ser hecha por un terapeuta. Se trata de comprender los mecanismos inconscientes de defensa que actúan desde la sombra, descubrir nuestros personajes internos, nuestras estrategias de manipulación y nuestros dolores más profundos.
No podemos seguir adelante en nuestro camino sin abrirnos, lo importante es conocer nuestro ego ya que allí están los principales obstáculos y, de esta honestidad contigo mismo, comienzas a hacerte responsable de tus decisiones, pudiendo ver tu propia luz y tesoros. Con Svâdhyâya se levanta el velo de la ignorancia, “MAYA” . No se trata de rechazar el ego, si no, estar conscientes de cuándo nos juega a favor o en contra.
Se trata de estar despiertos y empáticos, abrir nuestro corazón a nosotros mismos y a los demás es lo único que podemos hacer, y para que no duela tanto, el apoyo externo es fundamental. El yogui se va vinculando consigo mismo y con el mundo, se va actualizando gracias a ese refinamiento en su autoreflexión y al apoyo de su/s referente/s para apropiarse de sí mismo desde el amor. Sin ese clima amoroso, este crecimiento no es posible.
Para mí, Svâdhyâya es mi brújula, cuento también con “Faros de Luz” que me guían en esta travesía. Gracias a ellas.
*Artículo extraído de AARTI La guía sana de Ibiza