Beneficios neuroendocrinos del Yoga

De todos es conocido que el yoga nos ayuda a relajarnos, pero numerosos estudios explican esta apreciación sobre los efectos en el sistema nervioso y endocrino.

La práctica regular de yoga, regula el funcionamiento del eje hipotálamo-hipofisario-adrenal (HHA) o sistema del estrés.

Éste se activa cuando ocurre una situación estresante para que el cuerpo pueda tener una adecuada respuesta. La principal hormona que se secreta con esta respuesta del estrés es el cortisol. Cuando los estresores en la vida se hacen crónicos, el cortisol en sangre es muy elevado, se hiperactiva este sistema. La práctica del yoga al disminuir estos niveles de cortisol tiene efectos terapéuticos a nivel físico y psicológico.

La vivencia subjetiva repetida de eventos altamente estresantes conlleva a largo plazo una estimulación crónica e intensa de este eje HHA, lo que induce a estados depresivos y ansiosos, por lo que el yoga al regular este eje evita que se alcancen dichos estados. 

Existen datos sobre la interconexión del sistema inmunológico con el sistema neuroendocrino y, en general, con el sistema nervioso. Además, las funciones del sistema inmunológico se ven alteradas cuando los sistemas, antes mencionados, se encuentran afectados a causa de una situación que nos altera. Por lo que el yoga, al regular este eje  también aporta beneficios sobre el sistema inmune.

El yoga, principalmente actúa sobre el sistema nervioso central, manteniendo la atención en el presente, esto influye en varias partes de éste:

– Sobre el lóbulo frontal de la corteza cerebral, que es el encargado de las emociones y las funciones ejecutivas. Crea un estado afectivo positivo y disminuye la ansiedad y la cólera, y también aumenta la concentración.

– Sobre el hipotálamo, responsable del proceso del sistema de comunicación entre el sistema endocrino, inmunitario y el nervioso. Tiene como principal función el equilibrio de la salud corporal y homeostasis (controla la temperatura, el sueño, la alimentación, la tensión arterial y el ritmo cardíaco). Estas funciones son reguladas al practicar yoga: se tiende a disminuir la frecuencia cardiaca, la tensión arterial, regula los ciclos del hambre y del sueño.

– Sobre el lóbulo parietal, que crea la imagen corporal y distingue entre uno mismo y el exterior. El yoga favorece la pérdida de esta sensación de separación y de espacio-tiempo (eternidad, unidad con los demás seres vivos y entorno).

– Sobre la amígdala. Mejora las funciones cognitivas, de emoción y aprendizaje.

– Sobre locus coeruleus, involucrado en la respuesta al pánico y al estrés, ansiedad… disminuyéndolos.

– Sobre el hipocampo, centro de la memoria espacial y plasticidad. Aumenta la receptividad emocional y la visualización de imágenes.


En general, en el sistema nervioso y endocrino modifica hormonas (moléculas del sistema endocrino) y neurotransmisores (moléculas de comunicación entre neuronas o células del sistema nervioso), lo que genera un aumento del estado de ánimo, aumentan las endorfinas disminuyendo la sensación de miedo y nos da sensación de felicidad y bienestar.

Cuando se realizan pranayamas o técnicas de respiración consciente, no solamente aumenta la capacidad física del individuo, también se produce un mayor grado de conciencia de uno mismo, que aumenta la autoestima.

Con los asanas o posturas de yoga, hay datos que contemplan que se restaura la rama parasimpática o sistema nervioso autónomo o “relajante”, la que devuelve el cuerpo a la relajación tras actuar ante un evento estresante. Esto repercute en una mejoría del estado de ánimo y reevaluación positiva del dolor. 

También influye en la mejora de las relaciones interpersonales y de las funciones intelectuales en general. 

«Om shanti shanti shanti«, es el mantra que se suele cantar al final de las clases, augurando que la paz conseguida se quede con nosotros en nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu. Que así sea.

*Artículo extraído de AARTI La guía sana de Ibiza